La asistencia domiciliaria tiene por objetivo principal conseguir que las personas dependientes logren alcanzar un determinado grado de autonomía en su rutina diaria, aunque también pretende ofrecer compañía y apoyo psicosocial a aquellos que lo necesiten. Entre sus funciones destacan:
Función rehabilitadora. Una de las funciones básicas del cuidado a domicilio es ofrecer a los usuarios el apoyo requerido para conseguir recuperar determinadas habilidades físicas y cognitivas que les ayuden a realizar sus tareas diarias de manera autónoma.
Función asistencial. El auxiliar de ayuda a domicilio debe prestar atención al usuario en sus actividades cotidianas. Dentro de esta categoría realizará labores básicas, como el aseo, la movilidad o la alimentación. De igual manera, será el encargado de labores instrumentales que incluyen la preparación de comidas o el mantenimiento del hogar. Otra función destacable en este ámbito es el control del entorno, detectando posibles riesgos de la vivienda que requieran cambios en el hogar.
Función educativa. En este ámbito el técnico sociosanitario tendrá un papel divulgativo, enseñándole al usuario hábitos de vida saludables y habilidades de orientación, así como un apoyo que fomente la realización de actividades cotidianas de manera autónoma.
Función socializadora. Una parte destacable de la atención domiciliaria es favorecer la relación del paciente con su entorno. Esta labor generalmente se lleva a cabo mediante el acompañamiento en situaciones en las que deba relacionarse con la comunidad o con la familia, fortaleciendo los vínculos con las mismas y favoreciendo su integración.